¿Se disfrutan más las victorias agónicas que las holgadas? La pregunta es un clásico del fútbol. Hay quienes prefieren ganar por goleada y sin sobresaltos; otros eligen dejar la garganta en el último minuto. Al final, el factor común es uno solo: ganar. Y el triunfo endulza el ánimo de todos, incluso cuando el juego deja dudas. En Atlético, las victorias agónicas se están volviendo una costumbre en el José Fierro. De los últimos cuatro partidos como local -todos con final feliz-, tres se definieron sobre la hora. En dos de ellos, contra Instituto y San Martín de San Juan, el autor del gol fue Nicolás Laméndola. En el restante, contra Lanús, el héroe fue Franco Nicola, que marcó el tanto del triunfo en la última jugada.
“Siempre digo que si el gol llega antes, mejor. Pero cuando es para sumar, bienvenido sea. Lo importante es poder aportar mi granito de arena. Estoy contento con el momento, con los tres puntos que nos llevamos y con la alegría de la gente. Eso es lo más lindo”, dijo “Chueco” tras su última actuación heroica.
Lucas Pusineri, además, ya había anticipado esta postura del “Decano”. El DT había advertido que habría tramos de dominio y otros de resistencia. “En 90 minutos siempre hay micropartidos. Hay momentos en los que dominás y otros en los que sos dominado. Tenemos que ser sólidos en los pasajes difíciles y evitar que eso se traduzca en goles en contra. La eficacia será clave”, había dicho en la previa contra el “Verdinegro”.
Los recuerdos
El primer gol agónico de esta racha de triunfos en casa fue contra Instituto. El “Decano” había comenzado ganando con un cómodo 2-0, pero la “Gloria” logró empatar. En el minuto 90+1, Acosta cabeceó hacia Leandro Díaz, “Loco” improvisó un taco para Matías Orihuela y, tras un rebote, Laméndola apareció para sellar el 3-2 definitivo.
El tanto de Nicola tuvo una historia distinta. Atlético no había logrado quebrar la defensa del “Granate” en los 90 minutos reglamentarios, y en el tiempo agregado apareció el uruguayo para resolver la historia: tras un pase de Sánchez, controló en el área y definió para el 1-0. Como si el destino estuviera escrito, también había sido él quien convirtió el primer gol de Atlético en este torneo Clausura.
El último gol de Laméndola, ante San Martín de San Juan, tuvo además un sabor especial: fue una jugada gestada por tucumanos. Leandro Díaz pivoteó, Ramiro Ruiz Rodríguez lo habilitó y “Chueco” selló el 2-1 que desató la locura en el Monumental.
“Es una alegría que participemos los que somos de acá, los de la casa. Pero más allá de quién lo haga, lo importante es que sirva para el equipo. Estamos contentos y con un buen ambiente. Ojalá el viernes podamos repetir”, dijo el delantero.
Ese tanto, además, llegó apenas cuatro minutos después del empate sanjuanino. Atlético pasó de la agonía a la algarabía en un abrir y cerrar de ojos.
“Es clave que el equipo no deja de pelear hasta el último minuto. Eso demuestra el carácter que tenemos. Hasta el final no bajamos los brazos”, expresó.
“En el fútbol, los triunfos agónicos tienen un gustito distinto. Pero, sinceramente, prefiero ganar antes y más tranquilo. Sufrir hasta el último minuto no es lo ideal”, agregó.
Laméndola es una de las piezas de recambio más utilizadas por Pusineri. En esta temporada ya suma 11 partidos y pelea el puesto con Nicola. Se muestra firme y con ganas de seguir creciendo.
“Fue recién el primer partido, así que siempre habrá cosas para corregir y otras que salieron bien. Ganar ayuda mucho. Ahora hay que disfrutarlo, porque no siempre se gana, y mucho menos de esta manera. Durante la semana veremos qué ajustar para seguir mejorando”, cerró.
Atlético, de este modo, está en un proceso de aprendizaje. Porque en el fútbol, para ganar también hay que saber sufrir.